miércoles, 10 de marzo de 2010

Texto educación artística y posmodernidad

En este texto se vuelven a tratar ideas que ya hemos tratado anteriomente, como la expansión de los mass media y el increíble desarrollo tecnológico de los últimos años. Se hace además hincapié en que es difícil estudiar la posmodernidad como globalidad, siendo quizá más correcto estudiar hechos posmodernos, ya que una de las características de esta época es justamente la diversidad.
Otro punto importante que hemos tratado a lo largo de este bloque y que se ve aquí nuevamente referenciado es el conocimiento, siempre en continuo cambio, revisión y análisis. El conocimiento no pretende ser “totalizante”. Esto deriva en los pequeños relatos: cada uno legitima su propio conocimiento (aunque, como ya hemos comentado, esto es bastante discutible: no todos los pequeños relatos son igualmente válidos), de modo que se debe ser siempre crítico y autocrítico.
De cara a la educación artística, todo esto se traduce en hechos ya mencionados: Interdisciplinariedad y multidisciplinariedad necesarias para adaptarse a los continuos cambios. Perdida la idea de Arte y Artista llamémosles, divinos, la concepción de educación artística cambia: el alumno no será sólo un aprendiz, sino que también participará en la tarea de aprendizaje, construyendo su conocimiento guiado y dirigido por el profesor.
Todo lo mencionado hasta ahora tendrá consecuencias no sólo a la hora de enseñar y aprender, sino que tendrá grandes consecuencias a la hora de evaluar: lo importante no será llegar a la meta, sino el camino recorrido, siendo lo realmente importante qué ha aprendido el alumno y su crecimiento como persona (respeto, reflexión, inventiva, capacidad de análisis…).
La educación artística en estos tiempos deberá favorecer en el individuo un pensamiento abierto, crear dudas, reflexión, y enfocar el arte como producto del contexto cultural. El texto señala que es conveniente abandonar el concepto de asignatura, algo que sería positivo pero difícil de asimilar por un alumnado que tiene ese concepto demasiado interiorizado. Todo esto debe conseguirse, como hemos comentado en otras entradas, usando la tecnología, ya que es necesario para los alumnos en estos tiempos, pero sin dejarnos arrastrar por ellas, usarlas de forma crítica.

En su segunda parte, el texto habla de algo muy interesante: la necesidad de crear individuos críticos, que sean capaces de ver las injusticias del mundo e intenten subsanarlas, para poder lograr así un mundo justo para todos. En resumen: compromiso social. Este es un objetivo que la educación artística puede conseguir más claramente que ninguna otra área, ayudando a los alumnos a comprender la sociedad y la cultura en que se encuentran para poder así intervenir en ella y modificarla. Para conseguir este fin, deberá educarse a los chicos en la desconfianza, en la duda de lo ya establecido.
Evidentemente, esta visión de la educación precisa de un educador comprometido, crítico, que construya mundos a la vez que enseña a interpretarlos, y estas son características que no todos los educadores tienen, ni estarán tan comprometidos con la causa como para asumir tanto esfuerzo y trabajo.

1 comentario:

  1. "un educador comprometido, crítico, que construya mundos a la vez que enseña a interpretarlos, y estas son características que no todos los educadores tienen, ni estarán tan comprometidos con la causa como para asumir tanto esfuerzo y trabajo".

    Y ¿Quién está dispuesto?
    Un torpedo directo a la línea de flotación del acorazado...

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